Tchaikovsky-Violin Concerto in D Major op. 35 (Complete)

 

Isaac Stern: violin-Philadelphia Orchestra-Eugene Ormandy: conductor-1958-Allegro moderato-Canzonetta.Andante-Finale.Alleg­ro vivacissimo.

Fue escrito en marzo de 1878 en Clarens, un lugar vacacional en Suiza a las orillas del lago Lemán donde Tchaikovsky fue a recuperarse de una depresión surgida por su desastroso matrimonio con Antonina Ivanovna Milyukova que le llevó a un intento de suicidio (Tchaikovski se casó con Milyukova). Acababa de terminar su Sinfonía nº 4 y su ópera Eugenio Oneguin.

Tchaikovski estaba acompañado por su alumno de composición, el violinista Iósif Kotek, y los dos tocaban obras para violín y piano juntos, lo que pudo ser el catalizador para la composición del concierto. Susodicho compositor no era violinista, fue asesorado para la composición de la parte solista por Kotek. Hizo rápidos progresos – esbozó la obra en 11 días y la terminó en dos semanas más -, y el concierto estuvo finalizado en un mes, si bien el movimiento central fue revisado completamente (Kotek y el hermano menor de Tchaikovski, Modest, lo consideraron flojo, una versión del movimiento original se conserva como la primera de las tres piezas para violín y piano, Souvenir d’un lieu cher).

Kotek no tenía aun el suficiente prestigio como para estrenar la obra, así que Tchaikovski inicialmente ofreció el estreno a Leopold Auer, y acordó dedicárselo a él. Auer lo rechazó, empero, argumentando que la obra era intocable (tal como Nikolái Rubinstein rechazó su Concierto para piano n.º 1, sin embargo, Auer tocó posteriormente la obra), lo que significó que el estreno planeado para marzo de 1879 fuese cancelado y que se buscó otro nuevo solista. El estreno eventualmente lo dioAdolph Brodsky (Tchaikovski cambió la dedicatoria hacia él) el 22 de noviembre/4 de diciembre de 1881, en VienaAustria bajo la dirección de Hans Richter, pero con poco ensayo y pobremente acompañado. La reacción de la crítica fue mixta, y la obra ciertamente no fue recibida como la obra maestra que es considerada hoy. El influyente crítico Edward Hanslick lo llamó «largo y pretencioso» y dijo que el mismo «nos puso cara a cara con la repugnante idea que la música puede existir para heder al oído.»