¿Qué es el Flúor?
El flúor constituye uno de los pilares básicos en la prevención de la caries, ya que reduce en un porcentaje significativo el número de las mismas.
Actúa a través de varios mecanismos:
- Fortalece el esmalte al formar cristales de flúorapatita, que son menos solubles ante la agresión de los ácidos producidos por la placa bacteriana.
- Favorece la remineralización del esmalte ya desmineralizado, aumentando la resistencia de éste.
- Disminuye el metabolismo bacteriano de hidratos de carbono en la placa, reduciendo así la formación de ácido láctico.
- Inhibe la formación de placa bacteriana sobre la superficie del diente.
La acción benéfica del flúor se realiza principalmente sobre las superficies lisas del diente, y menos sobre las caras masticatorias, por lo que en éstas últimas se utilizan los selladores como medida de prevención.
Existen varias formas de aplicación del flúor:
- Colutorios (enjuagues) diarios o semanales: deben mantenerse en la boca durante 1 minuto, por lo que no deben ser realizado por niños menores de 6 años o niños que no controlen el reflejo de la deglución.
- Geles de flúor: son aplicados por el dentista en la consulta, de forma semestral, mediante unas cubetas desechables blandas y flexibles, muy bien aceptadas por los pacientes.
- Dentífricos fluorados: es la forma más habitual.
- Barnices, seda dental fluorada, chicles,…
La combinación de algunas de estas formas de administración aumenta el efecto beneficioso del flúor.
También puede administrarse en forma de comprimidos o gotas durante la etapa de formación de los dientes (hasta los 12 años), siempre bajo consejo del dentista o del pediatra.