Nadie Sabe

En Nadie sabe, «el protagonista es la ausencia», comenta la autora.  Elisabeth Bertrán tiene una vida a caballo entre Barcelona -ciudad en la que nació-, Suiza, Gran Bretaña, Madrid, y Nueva York, y una larga experiencia en galerías de arte y de subastas. Su historia como escritora comenzó el día en que leyó en la prensa la historia del niño perdido Etan Patz. «Era más que una ficción, se convirtió en una obsesión. Yo misma busqué a ese niño durante un año. Nunca apareció». Bertrán anotaba día a día los fragmentos del suceso. Su trabajo actual como traductora de guiones de cine empezó a cuajar: «Quería hacer una historia, intuía que tenía una obligación moral de buscar a ese niño. Tropezaba con actitudes extrañas; había cosas raras en la historia, los padres incluso permitieron que se publicara un libro que tenía un final feliz: el niño volvía a su casa».La gestación de la novela llevó a Elisabeth Bertrán a estudiar la técnica de creación literaria y la estructura de guiones en la universidad de Columbia, en Nueva York. «Estudiar en un taller literario me ayudó muchísimo para escribir la novela. En Estados Unidos los profesores te obligan a que escribas de una manera muy suelta, de una forma visceral. Llegas realmente a aprender el oficio de escribir». Ese oficio lo completó posteriormente en España. «Con Clara Obligado aprendí métrica y recursos literarios desde la tradición de los clásicos».

Nadie sabe gira en torno a un personaje femenino, Aira Al Zeini a la búsqueda de nombres reales para sus enigmas. «Tiene un principio y un final abiertos. Busqué voluntariamente escribir una novela llena de mezclas: idiomas, viajes y fronteras. Es una novela llena de ausencias». Una realidad dividida en fragmentos que se desarrollan entre el El Cairo, Alejandría, Nueva York y Teenesse.

«En Nadie Sabe he querido trabajar voluntariamente desde la ambigüedad», señala Bertrán, orillando sus propias vivencias (hija de madre austríaca, padre catalán; raíces familiares en Checoslovaquia, Francia … ) alejando obsesiones de una historia que la autora ha querido tratar de la manera menos convencional. «Me presenté al Premio de Narrativa de mujeres porque ere un premio nuevo y que no estaba arreglado de antemano».