MIGRACIÓN DEL ALMA – Juan Luis Bedins – 23 de febrero
PRÓLOGO
¿Qué tienen en común Nerval, Gautier, Schuré, Maupassant, Kipling, Nervo, Proust, Lugones, Papini y Bedins entre otros? Que todos tratan en sus obras el tema de los tránsitos, devenires, industrias y andanzas de las ánimas (humanas).
Migración del alma, de Juan Luis Bedins, podría titularse también a propósito de su tema central Metempsícosis, con acento, palabra que utiliza Ricardo Llopesa en un artículo titulado así sobre el poema de Rubén Darío del mismo nombre que contiene los conocidos versos:
Yo fui un soldado que durmió en el lecho
de Cleopatra la reina
En este estudio publicado en el Magazine Modernista, el escritor y editor también nicaragüense como el poeta de Metapa (hoy Ciudad Darío) cita varias referencias ineludibles que recrean en la literatura este proceso de mudanza metafísica. La metempsícosis o la manera en la que “las almas transmigran después de la muerte a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los merecimientos alcanzados en la existencia anterior”, se lee en el diccionario de la RAE sobre este concepto que Buda introdujo al referirse al karma y que después atravesó renacido la obra de tantos autores con la intención de describir cómo serían las otras vidas, sucesivas o simultáneas, si las hubiere.
Con el mismo término “Metempsícosis” llama Leopoldo Lugones al poema que comienza de una forma tan narrativa como “Era un país de selva y amargura” y Amado Nervo escribió en torno al mismo tema Transmigración, cuya primera estrofa dice:
A veces, en sueños, mi espíritu finge
escenas de vidas lejanas:
yo fui
un sátrapa egipcio de rostro de esfinge,
de mitra dorada, y en Menfis viví.
Buda, Schuré, Gautier, Nerval, Lugones, Nervo, en paralelo con Rudyard Kipling, Guy de Maupassant, Marcel Proust, Giovanni Papini y Juan Luis Bedins, juntos en esta búsqueda de la plenitud, a costa a veces de varias vidas (propias). La teoría platónica de la reminiscencia, el gnosticismo, el orfismo, el misticismo, en el fondo, la imposibilidad de la resignación ante el acabamiento de la carne. Una sola vida no basta. Dicen, los que lo saben, que la transmigración siempre supone una ascesis, una mejora, condición que no es necesaria en la reencarnación, una metamorfosis menos meritoria en la que podemos surgir convertidos en seres inanimados et alii e incluso en nosotros mismos de nuevo. El movimiento ascendente es el que le está reservado a la migración o transmigración: un renacimiento de los escombros. La esencia del tránsito. Y esta es la idea fundamental de Migración del alma, de Juan Luis Bedins, la reflexión inevitable sobre el carácter efímero de nuestra vida, la búsqueda de múltiples maneras de curarse la alergia que el solo acto de estar vivo produce. A la vez persigue un soporte para su escritura que trascienda, más allá de la arena que limita siempre con su inmediato borrado. De esta forma, los poemas de este libro dinamitan el espacio y el tiempo porque la poesía está más allá. Ambas dimensiones e incluso alguna más se juntan en una. Un ejemplo:
Mi ventana da
a la víspera de tu cuerpo,
antesala de lluvias
Otro:
Un rápido viraje en la memoria
hacia el cóncavo crepúsculo
me traslada a una pequeña estación
huidiza entre la bruma,
También desintegra una de las dicotomías más famosas. El cuerpo no se opone al alma no la comprende sino que esta también consta de una anatomía a su imagen y semejanza pero propia:
Qué diente de alquitrán
se ha clavado en la frente de mi alma.
Estos versos insisten en que las clasificaciones de dos ramas o partes son poco funcionales para asir lo que las rebasa que es casi todo. Es la del alma una libertad atrevida, que alza el vuelo consciente de los riesgos:
Mi alma vuela entre las aves de las sombras.
Que no son las sombras de estas aves migratorias.
El alma de este libro tiene su propio diseño arquitectónico, es habitable:
y te fumas un cigarrillo
y te sumerges en el puro recinto de tu alma
y recorre las desiertas playas, deja huellas visibles:
Sobre la arena gira el alma
El título por extenso, con una pista más, un dato añadido, concluye el libro:
Eterna migración del alma.
No es eterna el alma sino su migración.
Los versos de determinados poetas tardan tanto en llegar, se demoran mucho antes de compartirlos porque necesitan que antes de publicarlos se conviertan en verdad. Primero intuyeron estas vivencias que después el tiempo ha confirmado. Escriben como quien echa redes al futuro en un ejercicio de adivinación. Después, pacientes, esperan su cumplimiento y cuando este coincide con lo augurado lo muestran.
Fue un aliento arrodillado
en la ácida pensión de los deseos.
La metamorfosis que más seduce siempre es aquella capaz de detener el tiempo e impedir que la erosión nos alcance, aunque sea al precio de dejar de frecuentar ciertos lugares. Esta es la disyuntiva:
triste complicidad de algún bar
irrenunciable y pequeño,
(…)
y en el otro extremo de la noche,
Siento esta noche nostalgia
de otras vidas.
Esa es la cita de Luis Cernuda del libro Como quien espera el alba que Juan Luis Bedins ha elegido para encabezar este dietario poético. La realidad y el deseo, en suma.
Cuando sintamos que somos varios o que no somos nadie, este libro nos responderá desde cualquier balcón remoto, que no somos más que una sinopsis del olvido, que esa es la cadencia que una vez y otra se escuchará en la memoria de los demás cuando ya no estemos. Pero mientras eso suceda gozaremos de sublimes placeres encuadernados que nos hablan de la migración del alma.
Este libro supone un potente antídoto a cierta eventualidad: enterarnos de que tenemos alma cuando nos la parten. Si así sucediera estas páginas siempre nos la reconstruirían sin cicatrices. Es una liturgia a muchas voces que nos convoca a la misma hora milagrosa y exacta en la que fueron escritos estos versos que como un conjuro logran esta mutación singular en quien los transita. Nos regala un pasaje para despegar, que este sea solo de ida o decidamos volver ya depende solo de nosotros, afortunados lectores de Juan Luis Bedins.
Rosario Raro.
Terraza Le Marquise, Valencia.
7 de enero de 2014.