Libros Esenciales
No todos los libros que lucen en los estantes de las librerías, con un refuerzo o aval de críticas elogiosas, deben ser leídos por el hombre que busca conocimiento. Ocurre que hay un trasfondo de marketing, de premios pactados, de maniobras publicitarias, detrás de cientos de materiales literarios. Así pues, las gentes deseosas de dar su tiempo y su capacidad analítica a textos que realmente ameriten una lectura deben ser selectivas y cuidadosas en el momento de adquirir una obra.
El libro que recoge la sabiduría y la fuente de todo conocimiento es la Biblia. Se encuentra en ella una ruta de vida, una dirección eficaz y real, una solución ante las dificultades que se nos van presentando en nuestro paso por este mundo, y un puente de luz hacia el más allá.
Otro libro que suma, que aporta al enriquecimiento espiritual, es La Divina Comedia, del gran poeta Dante Alighieri. A lo largo de la historia y hasta la fecha, La Divina Comedia es considerada por los críticos como una obra magistral de la literatura italiana y una de las cumbres de la literatura universal. Se trata de un largo canto dividido en tres actos que arrima al alma revelaciones de carácter casi
divino.
Existe un material literario que recoge toda la experiencia de la picardía y que atesora muchas lecciones. Me refiero a El lazarillo de Tormes. No se sabe quién escribió tan genial novela de carácter autobiográfico. Tiene que ver con las andanzas de un niño cuya existencia, manejada por amos despiadados e inmorales, deja en evidencia la hipocresía con que se desenvuelven ciertos personajes religiosos. Creo, particularmente, que es un texto de advertencias.
Cumbres borrascosas, de la inmortal escritora inglesa Emily Bronte, es una novela cuya grandeza radica en la firme y esplendorosa prosa poética con que ha sido concebida y desarrollada. En el momento de su aparición causó desconcierto en los críticos. Tanta madurez y tan fina como cuidadosa elaboración en el trazado del argumento y el desplazamiento de las ideas y el lenguaje, nos hace pensar que Emily Bronte fue una escritora tocada por la gracia de Dios.
No caigan los lectores en las voces seductoras y engañosas de materiales de lectura de los que no se saca ningún provecho. Apuesten a los libros de real peso literario que enriquecen la mente y el ánimo y definen un camino espiritual.
Por Delfina Acosta