Versos Para Este Planeta, Nuevo Poemario de Delfina Acosta
La poesía de Delfina fluye como un canto espiritual que rinde homenaje a la naturaleza y la ve como el rostro terrenal de Dios. Los jardines y selvas de este mundo, con su fauna compuesta del lobo y el colibrí ancestral, también hacen su aparición a la manera de los amigos y hermanos de San Francisco. Hay también, a lo largo de estos sentidos poemas una constante búsqueda del amado, según la manera de Fray Luis y el Cantar de los cantares.
Pero no nos engañemos, no todo es idílico, tras la rosa y el jazmín, festejados por la poetisa, está agazapada la muerte y el cuervo, siempre presentes en estos versos. La soledad es también un tema recurrente, y el paso de los años y la huida de la juventud dorada.
La belleza se marchitará, lo paradisíaco y lo bucólico se transformarán en epitafios. Como dice un verso terrible: La maravilla es parte de la náusea. El asco y la belleza son las caras de la moneda que Jesús dio al César. Ella, para reinvidicarse, entrega su corazón a un cometa errante que cruza el universo, y escudriña el cielo “tomando notas de los luceros y la vía láctea”.
Delfina, consciente de lo efímero de la existencia, no solo invoca a Dios, también Jesucristo aparece pleno de gloria y majestad imponiéndose al trueno y al llanto: “la escritora habla con su Señor y pide le sea dada la palabra pura para cantar loas”. En realidad estos versos se quejan del silencio de Dios, que se experimenta como un castigo al alma del poeta, que permanece en orfandad. Finalmente la poetisa clama a Dios y le pide que acuda pronto para que le ayude a comprender su amor.
Estamos ante una poesía casi religiosa, de tinte místico que se plantea el amor divino y la complicidad de la naturaleza caída, el paraíso perdido que resucitará un día de sus cenizas. Es una obra de gran lirismo y profunda espiritualidad.
OSVALDO GONZÁLEZ REAL